Los drones simplifican las tareas de supervisión de las explotaciones al ser capaces de recorrer cientos de hectáreas en un solo vuelo recopilando, gracias a la tecnología infrarroja y a las imágenes multiespectrales, información heterogénea sobre el estado del terreno, las necesidades hídricas, el crecimiento de los cultivos, la existencia de depredadores o, en el caso de la ganadería, el número de animales, su peso y posibles anomalías como cojeras o movimientos extraños.